viernes, 6 de octubre de 2006

Suerte, muchacho


Hoy no hay dibujo. Hoy os voy a contar una historia... Hace seis años, un amigo nos regaló un cachorro de pastor belga, una preciosidad peludita que por aquel entonces no tenía nombre, pero que nada más llegar mi madre bautizó como "Suerte". Y así se llamó.
Al poco, tan sólo unos días después de recibir su nombre, mis sobrinos me llamaron porque el animal se estaba tragando algo y no sabían qué hacer. Me acerqué, le abrí la boca y pude observar como deglutía un cristal que había encontrado debajo de una cama, vete tu a saber qué hacía allí ese vidrio. Siguiendo consejos caseros, intenté que tragara aceite de oliva, consiguiendo tan sólo que se convirtiera en una bola pringosa y resbaladiza, pero sin obtener ni una arcada. Llamamos a un amigo veterinario y nos dijo que, como mucho, se le podría operar, pero que mejor no nos hiciéramos ilusiones. Total, que únicamente nos quedo esperar a ver cómo se despedía de nosotros... Pero milagrosamente, haciendo honor a su nombre, la suerte estuvo de su parte y, no sé muy bien porqué, no le pasó nada. Ni expulsó el cristal, ni lo sufrió, ni dio muestras del más mínimo malestar, aparte de un sospechoso gusto por lamer el aceite de las latas de sardinas o cualquier otra conserva que cayera en sus cercanías.

Pero hoy, esa suerte que le hizo esquivar a la muerte en forma de cristal, le ha abandonado. No sabemos muy bien cómo ha ocurrido, pero esta mañana, después de desayunar una tostada con -cómo no- aceite y tomate, y un tazón de leche, mi madre lo soltó en el jardín de casa. Y, tal vez persiguiendo una tórtola, como le gusta hacer, se ha caído a la piscina, que estaba vacía. Y su cuello no a aguantado toda su "humanidad". Porque, aunque suene incongruente o manido, según el caso, era un perro muy humano. Se creía persona, vivía en la casa como otro más. Incluso mi hermana Bárbara intentó que dijera la palabra "galleta". Y, aunque sólo consiguió que dijera "ga" (suena a risa, pero es cierto), en sus ojos se veía que sabía de lo que le hablaban.

Nos deja un agujero a muchos. A mi madre más que a nadie, porque era su compañero; porque desayunaba con ella; porque dormía a los pies de su cama, le saludaba por la mañana, ponía la cabeza en su regazo, era alegre, gritón, trasto... Era, realmente, la suerte en forma canina. Ha sido todo un privilegio disfrutar de estos seis años regalados, robados al cristal que se debe alojar, aún hoy, en algún recoveco de tu anatomía.

Suerte, compañero. Mucha Suerte. Espero volver a verte.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Lo siento mucho. Cuando se mueren dejan un vacío que tardamos en superar, especialmente cuando volvemos a casa y no tenemos quien nos reciba.

Ánimo muchacho.

Unknown dijo...

Gracias, Velice.

Lucanu dijo...

Mucho ánimo tio... Se lo que es tener un compañero como Suerte. Mi gata tiene 15 años, y aqui sigue... en casa hago absolutamente todo con ella. Es como mi hermana, la tengo desde los 4 años. Y si se muere ahora, pffff lo pasaría fatal. Mucho ánimo compañero

Anónimo dijo...

Animo!!
que en paz descances noble can!! :(

Bárbara Lanzarote dijo...

...la última vez que le vi tenia la cabeza asomada por la persiana de la puerta de casa, mirándome como diciendo: ¿pero a donde te vas?. Antes le habia dado un abrazo para despedirme porque sabía que iba a pasar mucho tiempo hasta que le volviese a ver. Antes de subirme al coche, le miré otra vez y volví a abrazarle. No pensé que sería tanto, tanto tiempo el que tardaría en volver a verle. Ya estaba pensando en enseñarle a decir "galleta" en alemán: "Keks", para ver si así le resultaba más fácil... , ahora seguro que hasta habla alemán y todo... qué gran amigo!...

Anónimo dijo...

Seguro que está en el cielo de los perros rodeado de Lassie, Laika y un perrito que tuve de pequeño :__(

Free Hit Counter